El Camarín del Cristo del Llano de BAÑOS DE LA ENCINA



Vista del interior del Camarín. En primer término, Cristo del Llano, titular de la Ermita. 
Baños de la Encina.
(foto: archivo propio)

Fachada principal de la Ermita del Cristo del Llano. Baños de la Encina
(foto: archivo propio)

Baños de la Encina es una de las primeras sorpresas monumentales que el viajero procedente de fuera de Andalucía se encuentra al pasar Despeñaperros y entrar en la Provincia de Jaén. A 6 km. de la carretera A-4 Madrid-Cádiz, en un desvío a la derecha que hay que tomar antes de llegar a Bailén, se encuentra esta encantadora villa que fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1969. La triada patrimonial por excelencia en Baños de la Encina la conforman su magnífico Castillo de época islámica califal, la Iglesia parroquial de San Mateo, cuyo origen se remonta al siglo XV, y la que posiblemente sea la ermita de mayor riqueza patrimonial de la provincia: la Ermita del Cristo del Llano. Tanto es así que habrá que "despiezarla" en varios artículos. En éste concretamente trataremos la "joya de la corona" de este edificio: el Camarín rococó, que alberga la imagen del titular de la ermita, Santo Cristo del Llano, que es a su vez patrón de Baños de la Encina.

UN POCO DE HISTORIA
 
La ermita es una edificación barroca, de finales del siglo XVII, levantada en la zona alta de la población a instancias del canónigo natural de Baños Don Pedro García Delgado.
En 1744 se le adosa un soberbio Camarín, cuya autoría se atribuye a Francisco Javier de Pedrajas, escultor natural de Priego de Córdoba, o a su seguidor Remigio del Mármol, discípulo del anterior nacido en Alcalá la Real. Ambos pertenecen a la llamada escuela barroca de Priego.
Las yeserías del Camarín fueron restauradas por el escultor jiennense Damián Rodríguez Callejón en 1968. Su última restauración ha tenido lugar entre los años 2007-2011. El conjunto del Camarín, con la Ermita y la propia imagen del Cristo del Llano, talla anónima de la segunda mitad del siglo XX, fue declarado en 31 de Marzo de 2009 Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento con la consecuente inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico.

EL CAMARÍN
 
Tipológicamente el Camarín responde al esquema de torre en el exterior mientras que internamente adopta planta prismática. Se accede a él mediante una escalera de dos tramos que parte de la propia sacristía, situada en el lado de la Epístola o lado derecho del templo. El espacio que alberga dicha escalera se cubre con cuatro bovedillas que apoyan en un pilar central, tres de arista y una cuarta ligeramente mayor y polilobulada, en la que ya se puede apreciar la típica decoración que apreciaremos en el interior del Camarín. La puerta de acceso es la original del siglo XVIII, de tipo neomudéjar, labrada en madera con motivos geométricos y pequeños espejos incrustados.
El arranque de esta magnífica obra parte de un pequeño zócalo quebrado del que se elevan complejos estípites corintios que estructuran el primer tramo, aunque éstos han perdido toda función de soporte. Hornacinas vacías se sitúan en las esquinas de este primer cuerpo. Una cornisa de separación también quebrada da paso al arranque de las trompas sobre las cuales descansa la impresionante bóveda gallonada o polilobulada. En ella, los radios se tornan estípites que dan paso a una segunda cupulilla superior. Alberga una prismática y abundante ornamentación de yeserías policromadas a modo de mocárabes, mientras que bustos de santos y santas decoran la base mixtilinea: la Virgen María, San José, San Juan Bautista, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, y las figuras de las Tres Personas de la Santísima Trinidad.
Los paramentos de este espacio, al igual que la cúpula, ofrecen un rico repertorio decorativo de delirante fantasía. Se trata de un artificioso escenario de yesos dorados y policromados que adoptan multitud de formas: rocallas, grutescos, mascarones, veneras, pedestales..., todo ello junto a un imaginario de elementos del reino natural entre los que se definen motivos florales y frutales y aves de exótica rareza, amén de una maraña de ángeles músicos, querubines, putti y otras formas alegóricas; reflejado todo por los espejos incrustados en las trompas que, a modo de gemas, intensifican los efectos ópticos del abigarrado pabellón.
Esta composición de estucos recrea asimismo un interesante programa iconográfico de carácter hagiográfico, apareciendo sobre bellas peanas y sobrepuestos San Juan y San Pedro en el lado norte a espaldas del Crucificado, Santiago el Mayor como peregrino y San Bartolomé sobre la puerta y San Andrés y San Mateo frente a ella. San Pablo está colocado sobre el arco que comunica el camarín con el retablo.

El tratamiento de los yesos adquiere mayor calidad en las zonas altas, pudiéndose contemplar el dorado original así como los estofados en los ropajes y la delicadeza de las carnaciones o la propia maestría en la modelación de las figuras.

Aportan luz al conjunto un ventanal rectangular situado en el lado Norte y un par de óculos abocinados situados debajo de la cúpula en ese mismo lado, óculos que se repiten, ya ciegos, en los dos paramentos laterales. El Camarín tiene comunicación con la nave del templo a través de un gran hueco de arco de medio punto practicado en la calle central del retablo mayor. Así, esta apertura en balcón, como si de un trasparente se tratara, muestra el interior del Camarín desde la Iglesia en un excelente efecto de teatralidad e ilusionismo barrocos. 
Toda una puesta en escena, como se ha podido comprobar, cuyo objetivo era estimular la piedad de los fieles, que debían quedar sobrecogidos ante la saturación casi orgiástica de formas, colores y luces, efectos visuales que desde luego hoy en día siguen impactando a cualquiera que se acerque a contemplar esta maravilla del barroco andaluz.


Escalera de acceso al Camarín desde la sacristía
(foto: archivo propio)

Puerta en madera que da acceso al Camarín
(foto: archivo propio)

Cúpula del Camarín
(foto: archivo propio)

Hornacina en un ángulo del Camarín, flanqueada de estípites
(foto: archivo propio)

Apóstol Santiago (arriba) y San Bartolomé (abajo)
(foto: archivo propio)

Detalle de un ave exótica
(foto: archivo propio)


Vista del Camarín a través del arco de medio punto situado en el centro del retablo mayor
(foto: archivo propio)


Bibliografía:

- VVAA. Guía Artística de Jaén y su Provincia. Sevilla, 2005.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1998.
- Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.


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