Convento e Iglesia de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador de BEAS DE SEGURA


Fachada principal de la Iglesia del Covento de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador. Beas de Segura
(foto: archivo propio)

Beas de Segura se extiende en un ameno valle por el que discurre un travieso riachuelo en uno de los históricos accesos a la Sierra de Segura, en el Nordeste de la Provincia de Jaén.
Tuvo lugar aquí, entre estas montañas apartadas, la primera fundación conventual que la Orden Carmelitana hacía en Andalucía. Corría el año 1575 y hasta estas lejanas tierras se desplazó, en su infatigable labor de extender la polémica reforma del Carmelo, nada menos que la andariega Santa de Ávila y Doctora de la Iglesia, Teresa de Jesús.
Esta increible mujer, de gran importancia en nuestra Historia y en nuestras Letras, vino al mundo un 28 de Marzo de 1515, por lo que hace tan sólo unos días se conmemoraba el V Centenario de su nacimiento. En este año de 2015 también se ha cumplido el 440 Aniversario de la fundación del Convento de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador de Beas de Segura.
Y así, Dios quiso que mística y edilicia se conjugaran en medio de la agreste naturaleza de la Sierra de Segura, dando como resultado este sencillo pero bello edificio del cual nos ocupamos en este artículo.

Conjunto de Iglesia y Convento de Carmelitas de Beas de Segura
(foto: archivo propio)

UN POCO DE HISTORIA

Años previos a la Fundación

El 16 de Febrero de 1575, Miércoles de Ceniza, hacía su entrada en Beas de Segura la Santa de Ávila acompañada de una nutrida comitiva. El objetivo de Teresa: la fundación de un Convento de la Orden Carmelita, que habría de ser el décimo en su nómina y primero de Andalucía.
Pero la Historia del Convento comienza unos años antes, y tiene como protagonistas a las damas de noble cuna Doña Catalina y Doña María de Sandoval y Godínez, hermanas, hijas del hidalgo de rancio abolengo Don Sancho Rodríguez de Sandoval y Negrete. Tras la muerte de éste en 1569, sus hijas anhelaban ser religiosas. En Beas ya existía entonces un Convento de Clarisas, pero ellas querían el recogimiento. El jesuita Padre Bustamante, que pasaba por Beas visitando el Colegio que la Orden tenía en la villa, le habló a Catalina de las fundaciones que la Madre Teresa estaba realizando en Castilla de la Orden Carmelitana, por lo que la dama trató por todos los medios de conseguir una fundación para Beas, trasladándose incluso por unos meses a Madrid. También su hermano Sancho hizo gestiones en ese sentido.
El problema radicaba en que Beas de Segura caía dentro de la jurisdicción de la Orden de Santiago, y no eran habituales las fundaciones monacales en territorio de Órdenes militares, a no ser con licencia especial expedida por el Consejo de Órdenes. Por otro lado, al principio Teresa era reticente a la fundación por el motivo expuesto anteriormente y por la propia lejanía geográfica de Beas. Finalmente, se obtiene la licencia con fecha 19 de Junio de 1573, no sin la intermediación del propio monarca Felipe II, al que escribe Teresa, ya más decidida, para conseguir la licencia.

Escudo de la Orden Carmelitana coronando la portada
de la Iglesia del Convento de Beas de Segura
(foto: archivo propio)

Fundación del Convento

Se fundó el Convento de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador de Beas de Segura el día 24 de Febrero de 1575, onomástica de San Matías. Habían pasado ocho días de la llegada de la Santa a Beas, y aquí permanecería unos meses más hasta el 18 de Mayo, en que partiría hacia Sevilla para fundar un nuevo Convento por petición del Padre Jerónimo Gracián, Provincial de Andalucía, que había recalado en Beas para conocer a Teresa y entrevistarse con ella.
Se nombra priora del nuevo Convento a Ana de Jesús, monja que había llegado acompañando a Santa Teresa, y Catalina y María toman los hábitos con los nombres de Catalina de Jesús y María de Jesús. Las posesiones de los Sandoval en Beas, que las hermanas habían heredado, sirvieron para la primigenia fundación, que se realizó sobre la casa paterna así como otra de la vicaría, adosada a la pared de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia de la villa y con comunicación con la misma a través de unas ventanas con rejas que daban a la capilla mayor y por las que las monjas seguían la Eucaristía.
Dado que el convento más cercano de Padres Carmelitas Descalzos quedaba muy alejado (concretamente el de la Peñuela, en lo que hoy es La Carolina -antes de que existiera el pueblo como tal-), la priora Ana de Jesús temía por la dirección espiritual de las monjas de Beas. Un año después de la fundación, en 1576 compró un cortijo junto con sus huertos a poco más de una legua de Beas (hoy término municipal de Villanueva del Arzobispo, en plena Sierra de las Villas) con la intención de adecentarlo y crear un cenobio carmelitano masculino, que fue fundado a finales de ese mismo año, denominándose "El Calvario". En Octubre de 1578 llega a Beas de Segura como prior de este convento nada menos que San Juan de la Cruz, visitando a las monjas de Beas de vez en cuando y actuando como su confesor y director espiritual, hasta su partida a Baeza al año siguiente.

Estatuas conmemorativas de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Plaza de Santa Teresa, entre la fachada principal del Convento y el lateral de la Iglesia Parroquial.
(foto: archivo propio)

Desde la construcción de la Iglesia hasta la Desamortización y ruina del Convento 

Habría de pasar un siglo para que se acometieran las obras de una iglesia para el Convento de San José de Beas. Se levantó el templo en la segunda mitad del siglo XVII, siendo priora la Madre María de San José y gracias a los esfuerzos de ésta, que reunió generosas donaciones del pueblo y de particulares. Los Sandoval, administradores de los bienes del Convento durante esta centuria, fueron decisivos también en la realización del proyecto. Las monjas, incluso, abrieron un hospicio en Beas en 1659.
El primer episodio desagradable en la historia del Convento tuvo lugar durante la invasión francesa de España. En Noviembre de 1810 las tropas enemigas entran en la villa, quemando, destruyendo y arrasando todo a su paso. El Convento no fue una excepción. De lo que quedó, algunos restos fueron rescatados y guardados por los propios habitantes de Beas. El relicario y otros objetos de valor fueron llevados al Convento Carmelita de Jaén.
Algunos años después, en 1836, se produciría la exclaustración de las monjas por las leyes desamortizadoras de Mendizábal, quedando el Convento desmantelado y convertido en un improvisado hospital. Años más tarde el edificio quedaría en ruinas, perviviendo sólo algún lienzo de pared y, milagrosamente, los muros de la celda que habitara Santa Teresa. También la iglesia sufrió graves daños, aunque su fábrica se mantuvo en pie, pues el templo servirá como parroquia a la feligresía de Beas de Segura, tras la ruina y destrucción del templo parroquial por las tropas francesas.
 

Las Monjas vuelven a Beas

El 13 de Enero de 1899 las monjas vuelven a establecerse en el Convento de Beas de Segura. Esto fue posible gracias a que la comunidad de Carmelitas Descalzas de Madrid se desprendió generosamente de la tercera parte de sus bienes y de sus monjas en favor de la refundación del Convento beatense. Las obras de rehabilitación acabaron en 1909, gracias a los donativos de los hijos de Beas. De las ocho monjas que vinieron de Madrid, se encontraba la Madre Dolores Madoz y Rojas, hija de Pascual Madoz, famoso ministro en tiempos de Isabel II.
El patrimonio que había sobrevivido a la infamia francesa es prácticamente destruido en 1936 en los comienzos de la guerra civil española, viéndose afectadas especialmente las imágenes.
Un nuevo proceso de restauración de acometerá en los años cincuenta, a expensas de don Diego Martínez del Peral, IX Marqués de Valdeguerrero, descendiente directo de la familia Sandoval. Se restaura todo el interior y se amplía el coro, terminándose las obras en 1957. En esta intervención es cuando el interior del templo adquiere la imagen que hoy ofrece.
El 25 de Abril de 1979 se declara Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.
En 2003 se llevan a cabo las últimas obras de restauración que ha sufrido el edificio, esta vez centradas fundamentalmente en el exterior de la Iglesia.

EL CONVENTO DE CARMELITAS DESCALZAS DE SAN JOSÉ DEL SALVADOR

El conjunto arquitectónico consta de iglesia y convento. En unas dependencias de este último se halla instalado un pequeño museo con objetos relacionados con el edificio y los ilustres místicos Santa Teresa y San Juan.

El Convento

Las dependencias conventuales se organizan en torno a un patio central cuadrado, cuyas crujías (nave o pasillo) son los únicos restos de la primitiva construcción. Posee dos plantas. En la alta se abren sencillos ventanales. La planta baja consta de una galería porticada con arcos de medio punto rebajados que apoyan sobre pilares de ladrillo visto. Ni en este patio ni en las dependencias de clausura destacan otros elementos constructivos de interés artístico, debido, como se ha especificado anteriormente, a la ruina prolongada del edificio. Destaca, por su valor histórico, la celda en la que estuvo alojada Santa Teresa, que milagrosamente sobrevivió a la ruina  que el convento sufrió durante buena parte del siglo XIX.
En la zona norte del convento se encuentra el jardín y huerto.

El Museo

Entrando por la puerta principal del Convento, donde se encuentra el torno de la clausura, una escalera situada a la izquierda nos conduce a unas dependencias en la segunda planta en las que se halla instalado un  museo con objetos, enseres y reliquias relacionados con la historia del Convento, así como con Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
De Santa Teresa se conservan algunas reliquias como la campanilla de 1553 usada por la santa en la fundación del convento; la llave primitiva del convento, del siglo XVI, usada también por la santa; un trozo de su hábito y otro del velo; una firma auténtica de Santa Teresa y un trozo de hueso. Anexa a la sala del museo hay una pequeña habitación donde se reproduce la celda de Santa Teresa.
De San Juan de la Cruz se expone su sillón y su casulla, un cáliz, tres autógrafos y un trozo de hueso. 

Sala principal del museo
(foto: archivo propio)

Reproducción de la celda de Santa Teresa de Jesús
(foto: archivo propio)

La Iglesia

La iglesia es el elemento más interesante desde el punto de vista artístico. Se encuentra anexa al convento y con orientación Norte-Sur. Tiene planta de cruz latina y una sola nave, amplia y elevada, cubierta con bóveda de cañón con lunetos. La nave, de 23 por 7 metros, se divide en cuatro tramos separados por arcos fajones que apean sobre pilastras de escaso resalte sobre el muro. La nave del transepto está poco pronunciada. El crucero se cubre con cúpula de media naranja sobre pechinas, en las que aparecen frescos con la representación de arcángeles. El presbiterio, elevado sobre gradas, se cubre con bóveda de cañón. A los pies se sitúa el coro cerrado por celosía, en alto, sobre gran arco escarzano.
Toda la decoración interior, resalto de yeserías en dorado, motivos geométricos de las bóvedas, gallones de la media naranja, cornisas, mensulillas, etc., son debidas a las reformas acometidas en el siglo XX, resultando un conjunto equilibrado y vistoso, pero desprovisto de la pureza que hubo de tener el espacio en su origen.

Nave de la Iglesia, cúpula sobre el crucero, Altar Mayor y retablo
(foto: archivo propio)

Cúpula sobre pechinas en el crucero
(foto: archivo propio)

Vista de los pies de la Iglesia y coro en alto, desde el Altar Mayor
(foto: archivo propio)

En el exterior destaca especialmente la portada. Es alta y estrecha, sobre gradas. Se divide en dos cuerpos. En el inferior se abre la puerta con arco de medio punto y clave resaltada, con rosetas en las enjutas. Está enmarcada por dos columnas toscanas sobre plintos que sostienen un entablamento cuyo friso se decora con alternancia de triglifos y metopas. En el segundo cuerpo, frontón partido con escudos heráldicos en sus extremos, relacionados con la Casa Sandoval, a la que pertenecían las fundadoras y administradores posteriores del Convento. En el segundo cuerpo, hornacina de medio punto que aloja una escultura moderna en piedra de San José con el Niño, flanqueada por pilastras toscanas cajeadas que sostienen un entablamento partido que deja lugar, en el centro y sobre la hornacina, al escudo carmelitano; todo ello bajo arco abarcante. Esta portada es de una excelente factura en sus elementos compositivos y ornamentales, una fina obra barroca de finales del siglo XVII. Se enmarca en una fachada inconfundiblemente carmelitana, que remata en hastial con óculo en el centro.
La espadaña está realizada en mampostería y distribuida en dos cuerpos. Se sitúa en la cabecera de la Iglesia, lado de la Epístola, y es sólo visible desde el huerto del Convento y desde la calle Santa Teresa.
La configuración de esta iglesia responde a las características propias de los templos de la orden carmelitana del siglo XVII, siguiendo fielmente el modelo trentino y las directrices contrarreformistas.


Portada de la Iglesia del Convento
(foto: archivo propio)
 
En cuanto al patrimonio mueble, destacan en el interior del templo un conjunto de retablos en madera sobredorada de factura barroca. El retablo mayor se complementa con otros dos más pequeños a los laterales. En todos ellos destacan las columnas salomónicas, sujetadas las centrales del retablo mayor por atlantes niños, muy interesantes desde el punto de vista ornamental. Imágenes de San José, Santa Teresa y San Juan de la Cruz presiden el retablo mayor y los de los lados, respectivamente.
A un extremo y otro del brazo del transepto se sitúan sendos retablos, prácticamente idénticos, igualmente barrocos aunque más tardíos, destacando sus raros estípites. Están dedicados a la Virgen de las Angustias y a la Virgen del Carmen.
En todos los casos han sufrido grandes modificaciones con el paso del tiempo.


Retablo Mayor de la Iglesia
(foto: archivo propio)


Retablo de Nuestra Señora del Carmen. Nave del transepto.
(foto: archivo propio)


Imagen de Santa Teresa, que preside uno de los retablos laterales en la cabecera de la Iglesia
(foto: archivo propio)


Bibliografía:

- Angulo Íñiguez, Diego. Iglesia y Convento de Carmelitas de San José del Salvador, en Beas de Segura. Boletín de la Real Academia de la Historia, 1985.
- Revista Don Lope de Sosa. Años 1915 y 1922.
- Santa Teresa de Jesús. Libro de las Fundaciones.
- VVAA. Jaén, Pueblos y Ciudades. Jaén, 1997.

Enlace:

www.iaph.es (web del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico).

  

En los fogones de Jaén. PAN DE CALATRAVA

He de confesar que es la primera vez que hago esta receta y que he tenido de conejillos de indias a parte de mi familia y amigos. Como parece que les ha gustado, y la prueba está en que no han sobrado ni las migajas, me atrevo a publicarlo. A los niños también les ha encantado.
Además, aprovechamos todo el pan duro, que viene muy bien en los tiempos en que estamos.




Fotos: Mª Cristina Gimeno


Ingredientes:

- Media barra de pan duro, de dos o tres días.
- Seis huevos.
- Un litro de leche.
- Seis u ocho cucharadas de azúcar.
- La ralladura de un limón.
- Un palo de canela. 
- Caramelo líquido.

Modo de hacerlo:

Ponemos la leche a hervir con la canela y la ralladura del limón, cuando haya hervido dejamos que se enfríe durante unos diez minutos.
En un bol batimos los huevos y luego le echamos el azúcar, cuando la leche se haya enfriado, se la añadimos.
Cubrimos el fondo de un molde rectangular (de los que usamos para pluncake) de caramelo líquido. 
Partimos el pan en rebanadas gruesas, de un par de centímetros más o menos, y las colocamos en la base del molde, procurando que no queden huecos sin cubrir.
Le añadimos la mezcla de leche, huevos y azúcar.
Precalentamos el horno e introducimos nuestro molde en un recipiente con agua para hornerlo al baño maría. Procurando que el recipiente esté lleno sólo hasta la mitad.
El horno a unos 180º o 200º, durante cuarenta o cincuenta minutos. Pinchamos con una aguja para ver si está hecho. Si la aguja sale limpia es que está para sacarlo del horno.
Dejamos enfriar y desmoldamos. Podemos presentarlo con nata  montada.


Buen provecho.